Antiguos inmuebles de la ciudad ocultan historias de fenómenos
espectrales. Mujeres que vagan, niños que juegan y hasta la marca de un beso en
un vidrio son algunas de ellas.
Los correntinos suelen ser cautelosos a la hora de hablar de
fantasmas, como si el tema tuviera una reputación no deseada. En muchos casos
prefieren hacer alarde de racionalidad con ese tipo de “historias”.
Increíbles para algunos, con asidero para otros, no son
pocos los relatos asombrosos que se tejieron con los años e integran la
mitología urbana.
Las casas, edificios públicos e iglesias de la ciudad de
Corrientes que tienen más de dos siglos están llenos de historias inquietantes.
En la calle San Juan al 1000, una familia es testigo de
apariciones desde hace años. Una de las mujeres que vive allí relató a La República que
diariamente un niño vestido de azul se sienta en la escalera que lleva a la
planta alta. “Mi madre dice verlo cuando teje y siempre le pregunta: ‘¿Querés
jugar?’. Hasta le pide el favor de cuidar la casa cuando ella sale”, cuenta. De
noche, se escuchan 13 pasos que marcan el mismo número de escalones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario