En la calle Salta (la segunda que tuvo la ciudad de
Corrientes) al 400, donde los moradores relataron que conviven con varias
presencias. Incluso una fue bautizada como Antoñito por el dueño de la casa.
“Las puertas se abren; cuando me percato de ello, le recomiendo: ‘quedate
quieto’, como si se lo pidiera a un niño, y la puerta se detiene, por eso le
puse ese nombre”, comenta, riéndose de su propia interacción con una presencia
invisible. En la misma cuadra, un antiguo archivero del Boletín Oficial decía
ver continuamente una sombra humana cruzar los pasillos.
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