Entre los guaraníes se cuenta que Biguá era un indio fornido
y esbelto que vivía feliz con su esposa llamada Yerutí, en una choza a orillas
del río Miriñay.
Pero la belleza de la joven había despertado la codicia de
Capiberá, quien aprovechando un día de ausencia del esposo, la raptó
llevándosela atada en una piragua.
Perseguido por Biguá, fue alcanzado y muerto. Su
desesperación no tuvo límites cuando vio que su compañera había desaparecido.
Buscóla por todas partes en el río, en la selva, pero sólo
el eco devolvía el angustioso llamado. Vencido al fin se arrojó a las aguas del
Miriñay porque sospechó que allí habría perecido la hermosa Yerutí.
Al poco tiempo vieron sus hermanos de la tribu que un ave de
plumas negras volaba insistentemente sobre la choza en la que habían morado los
desdichados amantes, se internaba en la selva y se arrojaba en el inquieto
Miriñay.
Consultado el hechicero, dijo que era Mbiguá transformado en
ave que seguía buscado a su dulce compañera.
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