La leyenda cuenta que Jahé, el hijo de un indio anciano, se
enamoró una joven de extraordinaria belleza. Para aspirar a su mano, Jahé debía
competir con otros indios. La bella muchacha era la hija del cacique, y la
tribu a la que pertenecía, exigía que el que la pretendiera debería superar una
serie de actos de arrojo fijados de antemano y que demandaban virilidad y
valentía.
Dichos actos consistían en vencer en dos carreras, una
pedestre y otra de natación; luego, tendría que permanecer inmóvil, durante
nueve días, dentro de un cuero cosido, alimentado solamente con líquidos. El
valeroso indio venció a todos los aspirantes y cumplió la primera y segunda
prueba. La tercera y ultima prueba seria la desiciba, los pretendientes fuero
envueltos en cueros frescos de animales de la selva. A medida que el sol los
contraía iban abandonando varios de los ellos, hasta que sólo quedaron
dos: Jahé y Aguará. Cuando éste ultimo pidió que lo sacaran de su terrible
prisión , todos se aprestaron a hacerlo, pero olvidaron por poco tiempo a Jahé.
Al volver para declararlo vencedor, ¨vieron que de la enrollada piel que había
contenido su cuerpo, escapaba una avecilla que fue a posarse en un jacarandá
cercano. Era Jahé, a quien sus sufrimientos habían transformado en ave. Un ave
que hizo su nido con ayuda de paja y barro. La misma leyenda asegura que la
muchacha de la cual Jahé estaba enamorado sintiendo un gran amor por el que fue
capaz de soportar las inhumanas pruebas por conseguir su corazón se convirtió
también en pájaro para acompañar a su fiel amante.
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