Nació en Italia en noviembre de 1848 en Humberto, provincia
de Turbias, departamento de Conegliano.
Emigró a la
Argentina en abril de 1899 con su numerosa familia, pero no
su esposa quien había fallecido en su país natal, un tiempo atrás. Componían su
familia 4 hijos varones y 4 mujeres.
Se radicó en la zona rural a 13Km de la ciudad de Goya en un
paraje llamado Colonia Carolina, que fuera fundada pocos años antes por
iniciativa de don José Jacinto Rolón (dueño de distas tierras) y cuyo
representante en esta colonia fue don Tomás Mazanti (destacado italiano de la
comunidad goyana). Le adjudicaron a don Lorenzo, una parcela de tierra (16 has)
en la suerte chacra Nº 7 en la parte norte del plano de la misma y el este de
Goya (prov. de Corrientes). Era de condición humilde, agricultor, de costumbres
austeras, ordenado, laborioso, sin vicios, gran lector (conocía las obras de
Dante), muy religioso, de mediana estatura (1,65 m ) y de envidiable
salud durante toda su vida. Muy conocido y querido en todo la colonia por su
buen carácter e inteligencia. Muchas veces, profetizó con certeza lo que había
de ocurrir.
TRABAJOS ESCULTORICOS
Entre los años 1904 a 1907 construyó esta capilla bajo la
invocación de la Virgen
del BUEN CONSEJO con la ayuda de sus hijos y de algunos vecinos. Allí ofició de
carpintero, albañil y decorador. La misma mide 12 m de largo por 4 m de ancho. Concluida la
edificación, don Lorenzo viajo a Italia de donde trajo dos campanas. Una de
ellas fue instalada en este templo y la otra, donó a la Iglesia de la Virgen del Carmen, situada
en el paraje vecino llamado Isabel Victoria. La motivación para realizar esta
obra por parte de don Lorenzo, surgió según decía, porque cuando navegaban
hacia América el barco que los transportaba, soporto una gran tormenta y
prometió entonces a esa Virgen que si lograba sobrevivir dicha tempestad, le
erigiría un templo. Talló en madera de urunday (tronco de una sola pieza) la
imagen de la Virgen
del Buen Consejo y utilizando una navaja como única herramienta. Tiene, un Niño
Jesús en brazos. También, el altar, que tiene adornos peculiares de tronco y
ramas cubiertas de flores de hojalata y candelabros de la misma forma.
En la sacristía, queda un retablo, que contiene una escena
del Juicio Final.
Con el libro en la mano sostenido por dos esclavos desnudos,
el Supremo Juez va leyendo las sentencias. Quizás por ello, mucho tiempo se la
denominó "Capilla del Diablo".
No se oficiaba misa, pero por gestiones del entonces párroco
de San Antonio de la misma colonia, presbítero Diego Orlandíni, se comenzó a
realizar una vez por mes. De ahí ya con el nombre de Iglesia del Buen Consejo,
tal como había elegido su autor. Transcurría el año 1977.
Lorenzo Tomasella fue un artesano, imprimió en sus obras su
sello personal. Dejó como reliquia paterna a sus hijos y demás herederos.
Muchas de las tallas que faltan fueron presa de la rapiña turística.
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