El irupé (victoria cruciana) es
una planta acuática que se cria en las aguas profundas y tranquilas del
Paraguay y de la
Mesopotamia argentina. Sus hojas, que pueden llegar a medir
hasta dos metros de diámetro, están dotadas de un reborde de unos seis centímetros
que impide que el agua las penetre y puedan sostener grandes pesos, por lo que
es común ver a las aves reposando en ellas y aún a pequeños mamíferos,
especialmente en los períodos de inundación. La parte superior de las hojas es
de un verde brillante, mientras la inferior es rojiza y está surcada por una
red de nervaduras. Las hojas están sostenidas por un largo peciolo que las une
a un rizoma sumergido. Las flores son grandes y de pétalos blancos que poco a
poco van tornándose rojizas con el correr de los días. El fruto recibe el
nombre de 'maíz del agua' y contiene numerosas semillas que pueden comerse
tostadas.
Según algunos autores, 'irupé'
significa 'plato sobre el agua'; para otros, y esta es la etimología que
reputamos más acertada, viene de 'pe' (chato) , significando lo chato que trae
el agua.
La leyenda dice así:
'Erase una doncella bellísima que
se enamoró de la luna. La cuitada languidecía con su amor sin esperanzas,
mirando al astro de la noche esparcir su pálida luz desde la altura .
Un día, llevada por la fuerza de
su pasión, se determinó a buscar a su celestial amante. Subió a los árboles más
altos e inútilmente tendía los brazos en busca de lo inalcanzable. A costa de
grandes fatigas trepó a la montaña, y allí, en la cima estremecida por los
vientos esperó el paso de la luna pero también fue en vano.
Volvió al valle suspirosa y
doliente, y caminó, caminó para ver si llegando a la línea del horizonte la
podía alcanzar. Y sus pies sangraban sobre los ásperos caminos en la búsqueda
de lo imposible.
Sin embargo, una noche, al mirar
en el fondo de un lago se vio reflejada en la profundidad y tan cerca de ella
que creía poder tocarla con las manos. Sin pensar un momento se arrojó a las
aguas y fue a la hondura para poder tenerla. Las aguas se cerraron sobre ella y
allí quedó la infeliz para siempre con su sueño irrealizado.
Entonces Tupá,
compadecido, la transformó en irupé, cuyas hojas tienen la forma del disco
lunar y que mira hacia lo alto en procura de su amado ideal.'"
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