Tupá, el buen dios de los guaraníes, amaso sendos puñados de
tierra para dar vida a los dos primeros hombres de su raza, y he aquí que, a
pesar de haber empleado el mismo barro uno resultó rojo (Pitá) y el otro blanco
(Morotí), entonces encargó a I-Yara la creación de dos mujeres que fueran
compañeras de Morotí y Pitá, las dos parejas al principio alimentaban se de la
abundante fruta de la región, hasta que Pitá descubrió el fuego y Morotí el
modo de asar la carne, de ahí en más vivieron de la caza y la pesca y no
tardaron en improvisar potentes arcos y flechas, con la invención del arma
vinieron las discordias y las familias terminaron separándose. Lo que disgusto
a Tupá que veía destruida su obra, ante esta rara situación-desató-una tormenta
sobre las dormidas selvas donde habitaban las enemistadas tribus. Cuando hubo
cesado el violento temporal se hizo presente I-Yara y convocó a Morotí y Pitá a
un claro del bosque y les dijo:- Tupá me envía para que sellen vuestra
reconciliación. ¡Abrazaos! Los dos valerosos jefes obedecieron la orden y los
cuerpos se estrecharon con tal fuerza que se incrustaron uno con el otro, ya
confundidos transformaron se en un solo tronco de árbol, de cuyas ramas,
frondosas y floridas, nacen las azucenas
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